Vamos a hablaros de un tema que suele provocar mucha curiosidad y es saber cómo ven el mundo nuestros perros, que no es, como muchas veces se piensa erróneamente, en blanco y negro.
Los perros nacen ciegos y no empiezan a ver hasta las 2-3 semanas. A los tres meses ya tienen una visión plena y pueden diferenciar los colores, porque sí perciben los colores: no de la misma manera que nosotros, pero tampoco en blanco y negro.
El hecho de ver en color depende de unas células (baro receptores) que están en la retina y que se llaman conos. Nosotros los humanos, tenemos tres tipos de conos que nos permiten distinguir los colores rojo, verde y azul. Nuestros perros sólo tienen dos tipos de conos por lo que sólo pueden distinguir varios matices de azul, amarillo y gris, y no pueden ver el verde, rosa o el rojo. Estos colores los perciben con una tonalidad gris tirando a marrón.
Por tanto, los colores más llamativos y que distinguen perfectamente son el azul y el amarillo.
Las otras células que hay en la retina son los bastones, que son los que se utilizan para la visión en penumbra, cuando hay poca luz, y en esto los perros nos sacan ventaja pues tienen unas pupilas enormes, y ven por la noche unas 4-5 veces mejor que nosotros, ya que tienen mayor número de bastones. La naturaleza, que es sabia, les ha proporcionado mejores recursos para ver con poca luz que para distinguir los colores de lo que ven.
Los perros tienen también una particularidad en sus ojos que seguro has observado alguna vez, y es la manera en que les brillan por la noche. Detrás de la retina tienen el “tapetum lucidum”. Se trata de una capa de células reflectantes que les permite mejorar aún más su visión nocturna y aprovechar mucho mejor la luz.
Otra peculiaridad de nuestros peludos es que tienen mejor visión periférica que nosotros, es decir, lo que ven a los lados cuando están mirando de frente es más de lo que percibimos nosotros: frente a nuestros 180 grados, ellos tienen unos 250º de media, dependiendo, ¡atentos! de la forma de su hocico: los perros de hocico largo y fino, como el galgo tienen mejor visión periférica que los de hocico chato, como el carlino.
Sin embargo, la nitidez con que ven los objetos, es decir, su agudeza visual, es inferior a la nuestra. Para ver un objeto con claridad y distinguirlo e identificarlo necesitan tenerlo más cerca que nosotros e igualmente, a partir de una cierta distancia, ven los objetos borrosos y desenfocados (normalmente, a partir de los 6 m.)
Nos puede parecer que nuestros peludos caninos tienen algunas desventajas con su visión, pero realmente no es así, ya que no hay necesidad de compararla con la nuestra y pensar que nosotros vemos mejor. Simplemente vemos diferente: la naturaleza les ha dotado con lo que realmente necesitan, las deficiencias que puedan tener con su visión diurna las compensan con una gran capacidad de adaptación a la nocturna, y lo que realmente tienen desarrollado son su olfato y el oído, que en eso sí nos superan y con creces.