Traer a tu gato a la clínica puede ser una experiencia muy estresante para ambos. Sabemos que hay tutores que lo pasan tan mal que retrasan la consulta o revisión todo lo posible, sobre todo cuando se trata de visitas rutinarias de medicina preventiva, como vacunas y desparasitaciones.
Pero entonces, cuando el gatete se pone malo o está enfermo, puede ser un auténtico agobio sólo pensar que tiene que meterlo en el transportín, en el coche, esperar en la clínica… ¡Por no hablar del estrés del gato respecto a ese elemento extraño, los estímulos nuevos del exterior, los olores que percibe la clínica…!
Estos son nuestros consejos para minimizar lo más posible esas situaciones, haciéndonos cargo de que no siempre es fácil ni posible, porque también depende mucho del carácter de vuestro minino, y hay veces que la única manera de facilitarle las cosas es medicarlo previamente a la visita, para que llegue más tranquilo.
Los gatos tienen que venir a la clínica en transportin, es lo más seguro para ellos, así que lo primero es tratar de familiarizarle con él. Si es un gatito es mucho más fácil porque desde el primer día puedes tener el transportin en casa a mano y abierto (si no puedes tenerlo todo el día por temas de espacio, al menos te aconsejamos que lo tengas a la vista durante ratos prolongados y con cierta frecuencia), y poner dentro alguna chuche, juguetes y alguna mantita, de modo que lo relacione con algo agradable de su día a día.
En los adultos esto es más complicado: se necesita más tiempo y mucha paciencia, pero su curiosidad natural juega a tu favor: si ven que no hay un riesgo evidente, terminará entrando a “cotillear” y a comerse su chuche. Coloca el transportin siempre en la misma habitación, retira la puerta e incluso la parte superior y según consigas que entre en él, puedes ir colocando la parte superior, cerrar la puerta, … En este punto puedes “moverle” de habitación dentro del transportín, abrir la puerta para que salga y repetir el trayecto en casa, siempre en su entorno, que él considera seguro.
También es importante que le acostumbres a explorarle como le haríamos en la consulta: mírale la boca, los oídos, cógele de diferentes maneras… Así la manipulación en la clínica le resultará más familiar y a ti también te será más fácil en casa, si tienes que hacerle algo, como darle alguna pastilla, cortar sus uñas, etc.
Todo esto puede llevar semanas e incluso meses y aún así, hay veces que no llegamos a conseguir que el gatete acepte el transportín. En este caso, te aconsejamos usar sprays de feromonas felinas que ayudan a tranquilizar a tu felino durante estos traslados, para aplicarlos en el transportín.
Para el viaje a la clínica, cubre el transportín con una manta o toalla, asegurándote que está bien ventilado: esto le ayuda a sentirse más seguro tanto durante el viaje, como cuando llegue a la clínica.
En el coche, coloca el transportin en un lugar seguro, donde quede bien sujeto. La normativa dice que se ponga en el suelo de los asientos traseros y si no cabe, en el asiento trasero en sentido transversal a la marcha y anclado con los cinturones de seguridad. Conduce con suavidad y háblale con calma y bajito, porque tu gato percibe si estás estresado.
Una vez en la clínica, no pongas el transportín en el suelo, mantenlo siempre en alto. En la consulta, no le saques del transportin tirando de él nada más llegar, dale un márgen, deja que explore un poco asomándose si quiere o saliendo a inspeccionar voluntariamente. La mayoría de las veces no lo hacen y hay que convencerles: en ese caso, retira despacio y con cuidado la parte de arriba del transportin y manipúlale con suavidad, hablándole en un tono bajo de voz, bajo la supervisión y control del veterinario.
A pesar de nuestros consejos, es cierto que hay gatetes de difícil manejo a los que hay que dar medicación en casa para que su visita sea lo menos estresante posible. Si es tu caso, no dudes en consultarnos, para aconsejarte qué es lo más beneficioso para tu gato, en todo momento.