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Asma felina y bronquitis crónica en gatos: diferencias, síntomas y tratamiento

El asma felino y la bronquitis crónica felina son dos problemas respiratorios que afectan a nuestros gatos y que muchas veces tendemos a mezclar, porque en la práctica son difíciles de diferenciar. En realidad, se trata de patologías  distintas, que sí comparten síntomas. Ambas son enfermedades de las vías respiratorias bajas que provocan inflamación de los bronquios, dificultad para respirar, mocos y tos.

La principal diferencia está en el origen del proceso inflamatorio:

  • El asma es una respuesta alérgica a agentes ambientales inhalados, como polvo, polen, ácaros, humo de los cigarros o productos de limpieza.
  • La bronquitis crónica está causada por infecciones, irritantes tóxicos u otros factores que dañan el tejido del bronquio de forma persistente.

El asma felino se presenta de forma más repentina, produciéndose una inflamación aguda, con estrechamiento de los bronquios (broncoconstricción); el gato asmático tiene una tos persistente, le cuesta respirar y a veces lo hace rápido y con el abdomen. Otros síntomas son ruidos al respirar como si fueran silbidos, estar más cansado y  apagado y es frecuente que haya episodios agudos de dificultad respiratoria. 

En la bronquitis crónica felina la inflamación se desarrolla más lenta en el tiempo, provocando un daño en el tejido bronquial que lleva a un aumento en la producción de moco y un estrechamiento de los bronquios. Los síntomas son prácticamente los mismos que en el asma, la tos puede ser persistente o esporádica, hay dificultad respiratoria aunque en este caso suele ser gradual, no en ataques agudos; también hay ruidos respiratorios y dependiendo de la causa, puede haber fiebre y mocos.

Para el diagnóstico de estas enfermedades, empezamos como siempre por una buena anamnesis, es decir, información sobre cuando apareció, en qué circunstancias, cómo se manifiesta en cada caso particular, etc. 

Haremos una exploración física, análisis de sangre para comprobar si hay alteraciones que pudieran indicar la presencia de infecciones y radiografías de tórax, que nos van a dar idea del grado de afectación pulmonar.

Dependiendo de cada caso, es posible que tengamos que hacer también un lavado traqueobronquial, para tomar muestras y detectar si hay células inflamatorias, bacterias u otros patógenos.

En el caso del asma, muchas veces se llega al diagnóstico por descarte, al no presentar alteraciones en las pruebas anteriores. 

En cuanto al tratamiento, las estrategias que utilizamos en ambos casos son muy similares, ya que en las dos hay que manejar la inflamación y la broncoconstricción. Lo hacemos con corticoides (a menudo con inhaladores, ya que los toleran bien y tienen menos efectos secundarios)  y broncodilatadores. Los antibióticos también se utilizan cuando hay infección.

Estos tratamientos son crónicos, la mayor parte de las veces de por vida. Una parte muy importante del tratamiento se tiene que llevar a cabo en el entorno del paciente, es decir, en casa: desde reducir el humo del tabaco, no fumar en la misma habitación, no levantar polvo por ejemplo cuando se mueven alfombras, se limpian los sofás, o demás enseres que tengan tela, no utilizar aerosoles ni ambientadores, usar productos de limpieza suaves, y si la arena de su bandeja higiénica levanta polvo, cambiarla por otra más compacta.

También es importante controlar el peso y evitar la obesidad.

El asma es más frecuente en gatos jóvenes entre los 4 y 5 años mientras que la bronquitis crónica se da más en gatos adultos y mayores, pero no es una regla estricta. Si tu gato tiene una tos repentina o sobre todo, tiene algún episodio serio de dificultad respiratoria, es muy importante que acudas a tu veterinario, ya que puede convertirse en una situación grave y peligrosa.

Con una buena información, el tratamiento adecuado y los cuidados preventivos regulares, tu gato puede tener una vida larga y saludable, siendo plenamente feliz. 

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